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José Solchaga López

Arquitecto Técnico

Ramón Lakuntza (RL): ¿Qué tal estás? He buscado en nuestros archivos y he visto que tu último visado es de 2004. ¿Qué tal llevas estos 16 años jubilado?

José Solchaga (JS): Al tener a mi hijo Juan trabajando conmigo desde que terminó la carrera, en cuanto cumplí los 65, le pasé los trastos y me jubilé. Desde pequeño ya andaba metido en cemento (mi padre era albañil) y ya estaba un poco sobrepasado. Buscaba más libertad para dedicarme a mi afición que es ver cine, acudir a festivales de cine, etc… Así que ahora estoy en la gloria.

RL: ¿Cómo acabó uno de Allo estudiando aparejador en Madrid hace más de medio siglo?

JS: Aunque nací en Allo, desde pequeño viví en Pamplona. Cuando a mis padres les dijeron que valía para estudiar ya mi padre me dijo que yo estudiaría aparejador. Yo no tenía ni idea de qué era eso. En el Instituto me preguntaban los amigos a ver qué quería ser y yo les respondía convencido: Aparejador. Después me preguntaban qué diantres era eso, a lo que respondía que ni puñetera idea, pero al decirlo mi padre, algo tendría que ver con la construcción. Al final saqué la carrera y cumplí el sueño de… ¡¡¡mi padre!!!.
Estudié la carrera en Madrid y ya entrar a la Universidad era muy complicado. Había que pasar un curso de selección. El año anterior a mi entrada se presentaron más de 650 personas y sólo aprobaron 50. En mi promoción, al parecer éramos más espabilados, y entramos 350, colándome junto con otros amigos de Navarra.

RL: Acabamos de colegiar al número 2.036 y tú, que eres el «decano» de los colegiados, tienes el número de colegiado 42. ¿Cómo era la casa de los aparejadores cuando te diste de alta?​

JS: Me colegié en 1960. En aquel entonces no habría más de 30 aparejadores en activo y yo era de los más jóvenes. No conocía a nadie salvo a un compañero de Lerín y los Salvatierra de Estella. Mi bautismo fue en la fiesta del colegio en el Bar Alhambra. En aquel entonces estaba en las milicias. Ese día me tocaba ronda, así que aparecí con el uniforme de alférez con pistolón en cinto, que era obligatorio llevar. Evidentemente con esa pinta causé bastante impresión a los compañeros mucho mayores que yo.

RL: Antes os conocíais todos ¿no?. Y digo TODOS porque no había ninguna mujer colegiada cuando tú lo hiciste y aún tuvieron que pasar unos años antes de que se incorporara nuestra primera compañera. ¿Se hacían muchos encuentros entre compañeros?

JS: La verdad es que no tuve mucha relación con el resto de compañeros pues éramos muy pocos y no había trabajo para todos. Cada uno se buscaba las alubias como podía. Únicamente en las esporádicas reuniones del Colegio se podían hacer amistades.

RL: Te apuntaste a más de uno de los viajes que organizaba el Colegio: a la feria de construcción de París, de Barcelona, a Italia… ¿alguno con recuerdo especial?​

JS: Aquello era genial. Me apuntaba a todos los viajes que se organizaban a Ferias de la Construcción. Estaba soltero y aquello era una juerga continua. Uno de los viajes que hicimos a París recuerdo que íbamos en autobús con muchas “provisiones” en la trasera dela autobús. Al ser un viaje tan largo, los que estábamos encargados de la intendencia nos agarramos buena manga con abundancia de pacharán. La verdad es que las existencias duraron toda la estancia e incluso la vuelta, así que apenas recuerdo la visita a Batimat, Además, esos viajes los utilizaba para comprar libros de cine, que era mi pasión.
Otro viaje que tengo muy grato recuerdo es el que se hizo a Italia. Ya casado, fue inolvidable con un tiempo magnífico y todo muy bien organizado. Recuerdo que, por error, tiré los billetes de vuelta del avión y fue una odisea recuperarlos…

RL: Hace 60 años que acabaste la carrera, cuéntanos como era el ejercicio de nuestra profesión en aquellos años.​

JS: Nada más acabar la carrera en 1960 era muy complicado encontrar trabajo. Me pegué un año sin poder dar golpe. Nuestra figura no era obligatoria en la obra excepto en pocos casos. En esos pocos casos, los veteranos lo acaparaban todo, ya que no tenían incompatibilidad aunque trabajaran en la administración. No obstante, al poco, empezó a moverse mucho la construcción con las viviendas de protección oficial. En Estella se jubiló Luis Salvatierra en el Ayuntamiento y pude entrar como aparejador municipal.
También trabajaba por libre en estudios de arquitectura, en el que te tocaba preparar de todo con la condición de llevar la dirección de la obra.
El trabajo entonces era similar al de ahora de un aparejador liberal, con replanteos, mediciones, etc… Había que improvisar mucho en obra ya que los proyectos de arquitectos eran muy básicos.

RL: Tienes 3 hijos y, uno de ellos ha seguido tus pasos. ¿Hubo mucha recomendación o fue una decisión suya? Encuentras mucha diferencia entre lo que hace y lo que hacías. Que consejos le diste cuando comenzó a ejercer.​

JS: Cada uno eligió su carrera libremente. A ninguno presioné para hacer arquitecto o aparejador. Juan lo decidió y él sabrá por qué…
En obra no encuentro mucha diferencia entre lo que se hacía antes y lo que se hace ahora, aparte evidentemente de la modernización de materiales y sistemas de construcción. En oficina, el cambio es más evidente. Antaño no había ordenadores así que todo se hacía con papel y lápiz. Planos con papel cebolla y plumilla y copias con calco… Ahora parece más cómodo…

RL: ¿Alguno de tus nietos o nietas apunta a seguir los pasos de los Solchaga en la profesión?

JS: Tengo 5 nietos. Cuatro chicas y un chico. Por ahora a ninguno le ha dado por esta profesión. Sí que tengo un sobrino aparejador que se dedica a la formación y un hermano suyo que es arquitecto y está en Madrid…. Pero no son Solchagas…

RL: Recuerdo verte con aquel antiguo teodolito que usabas para tus replanteos. Supongo que aquel fino equipo de medida que tantas satisfacciones te habrá dado, una vez superado por la técnica, tendrá también una merecida jubilación… (alguna anécdota del mismo, dónde para…)

JS: En cuanto pudo, me compré un teodolito WILD, por aquel entonces de los mejores. Me embargué hasta las orejas pidiendo prestado a mis padres, al Ayuntamiento de Estella y a la Caja de Ahorros. Tardé muuuuuuucho tiempo en amortizarlo. Lo tengo en el trastero como una reliquia.
En cierta ocasión se me cayó. Aquello era un drama, pues arreglarlo costaba más que uno nuevo. Por suerte no se estropeó más que la base y para poder nivelarlo tenía que hacer equilibrios, pero funcionaba bien.
Mi hijo compró una estación total, con lo que el viejo teodolito se jubiló conmigo.

RL: En 1964 se cambió la denominación de nuestra titulación de aparejador a arquitecto técnico y en tu expediente colegial figura que acabaste la carrera en 1960, ¡¡ tú si que eres aparejador !!. Como fue el cambio de aparejador a arquitecto técnico. ¿hubo problemas como paso con el cambio de arquitecto técnico a ingeniero de edificación? ¿adaptasteis al nuevo título?

JS: Cuando se cambió la denominación hubo muchísima oposición por parte de los Arquitectos. Al final se consiguió. Para mí no hubo ningún problema. Debo reconocer que me gusta más el nombre de aparejador. No obstante, el nombre de aparejador o similar sólo lo he leído como tal en Rusia. Entiendo que el nuevo nombre sirvió para poder trabajar en el extranjero al ser una acepción más conocida.

RL: Si adaptaste tu título, ¿cambiaste tu pie de firma?​

JS: Nada, he firmado siempre como aparejador. Ahora, si hubiera que haber firmado como arquitecto técnico no hubiera habido ningún problema. Lo importante no es el nombre sino tu trabajo.

RL: Sabemos que eres un cinéfilo empedernido y que alguna certificación se habrá retrasado por ver una película. ¿se puede saber cuántas películas has visto?
– Habrás conocido el DVD, el CD, VHS, BETA…
– ¿alguna anécdota de tu relación con el cine?
– ¿una película para recomendar a los aparejadores? ¿y una para recomendar a todo el mundo? ¿y la película que más veces has visto?

JS: Aficiones. Muchas, pero por encima de todas el cine. ¡OH, El CINE!. En mi infancia y juventud no tenía más que tebeos, novelas de cualquier tipo y el cine. Acudía siempre que podía a ver las películas en parroquias, colegios, institutos… y por supuesto en los cines de Pamplona todos los domingos. Si podía iba a ver tres sesiones. Ahora que no nos lee nadie, te diré, que como la economía no era boyante precisamente, era un artista falsificando entradas… En Pamplona jamás me pillaron… Ahora, cuando fui a Madrid, no había manera de engañar a los taquilleros, se las sabían todas. De todas formas, como allí era más barato, no merecía la pena jugársela, Por 2 pts o 2.50 pts veías en cines de barrio programas dobles en sesión continua. En cierta ocasión llegué a ver 8 en un día, aunque lo normal era ver 4.
Desde el Instituto empecé a apuntar en libretas las películas que veía que aún conservo y sigo apuntando. Así que te diré que habré visto unas 22.000 películas, tanto en cine como en televisión.
Te diré que tengo en casa y en funcionamiento 1 video Beta, 2 videos VHS, y el DVD. Conjuntamente con las cadenas especializadas en cine de la televisión en casa lo normal es encontrarme viendo alguna película…. Lo raro es que Adela no me haya tirado todavía por la ventana…
Como anécdota, cuando estuve en Madrid alguna vez iba a los estudios de cine a hacer de extra. Pagaban 5 pts y te daban un bocadillo, pero era muy aburrido pues había que esperar mucho tiempo y te tenían que caracterizar. Intenté estudiar cine en la academia (ITEC), pero no me admitieron. En la universidad teníamos un club y organizábamos proyecciones, conferencias…

En cuanto a lo de recomendaciones… casi mejor que no… Soy muy mal crítico pues me gustan todas. A todas les saco algún mérito pues se necesita tener valor para meterte en una embarcada de hacer una película. En cierta ocasión recomendé a la cuadrilla del Anaitasuna en Pamplona para ver la película “El proceso de Orson Welles”… por poco me matan…. Así que desde entonces, no recomiendo nada…

Quizás la película que más veces he visto sea “Cantando bajo la lluvia”. Llegué incluso a verla en formato supercinerama, en un cine que no estaba adaptado para ello, así que, por alargar la pantalla, en los bailes, o se cortaba la cabeza o se cortaban los pies y era una pena…

RL: Ha sido un placer volver a hablar contigo. Sigue disfrutando de tu jubilación y visítanos algún día.

JS: El placer ha sido mío. Seguiremos mientras podamos y, por supuesto, os visitaré cuando esté por las Pamplonas.